La Semana Santa está a las puertas

jueves, 25 de agosto de 2011.


La Semana Santa está a las puertas y posiblemente algunos de ustedes estén pensando aún cómo pasar esos días o se debatan en la duda de ir o no ir de misiones.

La Semana Santa está a las puertas
La Semana Santa está a las puertas
La Semana Santa está a las puertas y posiblemente algunos de ustedes estén pensando aún cómo pasar esos días o se debatan en la duda de ir o no ir de misiones.

Con estas líneas deseo exhortarles, desde lo más profundo de mi corazón de Padre y Fundador, a participar en las próximas misiones de evangelización que organiza Juventud y Familia Misionera. ¿Por qué? Les ofrezco cinco motivos:

1º) El tiempo entregado a Dios y a los demás es la mejor inversión. Nos pasamos la vida enredados en miles de ocupaciones inmediatas, muchas veces banales e intrascendentes, que absorben la casi totalidad de nuestro tiempo en el estrecho horizonte del «aquí y ahora», y nos pesa tal vez no encontrar el tiempo ni la ocasión propicia para hacer el bien y dedicarnos más a Dios. Dios te sirve ahora, en bandeja, las misiones de Semana Santa: una oportunidad estupenda -quizá la única durante el año- para dedicar tu tiempo sólo para Dios y para los demás. Tiempo de gracia, tiempo de Dios, que puedes invertir en algo que quede para la eternidad. Teme este tiempo de Dios que pasa y no vuelve. Ahora puedes hacerlo; mañana quizá ya sea tarde. 

2º) Tus hermanos te necesitan. Dios te necesita. Es un hecho misterioso pero real: Dios ha querido que tu salvación y la de otras almas, el número y las circunstancias sólo Él las conoce, estén dependiendo de tu correspondencia a la gracia. Eres instrumento de salvación, la ocasión providencial para que muchas personas puedan encontrarse con Cristo. Dedicar o no una semana al año para evangelizar no es sólo una cuestión privada, como tampoco lo es la realización o no de tu misión en la vida: hay mucho en juego. Somos miembros de un Movimiento cuya razón de ser, cuya única motivación es la de extender el Reino de Cristo: ¡Venga tu Reino! Y este Reino sufre violencia; y este Reino no es para nosotros un motivo de gloria, sino un deber que nos incumbe, que nos urge, ya, ahora: «¡ay de mí si no predico el Evangelio!» (cf. 1Cor 9,16). 

3º) Tenemos cientos de peticiones. Hay muchos párrocos, obispos, comunidades que nos están pidiendo, en algunos casos suplicando, como lo hizo con san Pablo aquel pueblo de paganos: «por favor, no dejen de pasar a visitarnos, les necesitamos» (cf. Hch 16,9). En estos días tenemos que darles una respuesta. A algunos tal vez nos veamos obligados a darles una negativa. Tu respuesta no es una más entre miles. Decenas de hogares aguardan anhelantes tu decisión. De ti depende que un pueblo se quede o no sin evangelizar. Así es la historia de la salvación, así sucedió con María: «hágase». Basta una palabra tuya, un acto de generosidad y de amor, para que Dios pueda tocar y transformar el corazón de cientos de personas, para que muchos niños sigan sonriendo, para que tantos ancianos y enfermos tengan motivos para seguir confiando, para que a otros muchos Zaqueos, Cristo les cambie la vida: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa» (cf. Lc 19,9). Tu Madre, la Iglesia, te necesita: sé buen hijo. 

4º) Te hace mucho bien; lo necesitas. Si estás dudando, si te encuentras sopesando en la balanza el sí o el no, es señal de que necesitas ir de misiones. ¿Te encuentras tibio, tal vez frío en tu vida espiritual, apagado tu entusiasmo por Cristo, sientes que te falta algo? Haz apostolado, sal de ti mismo y entrégate a los demás; encontrarás así aquello que te falta, te encontrarás con ese Cristo que tal vez aún no conoces, te encontrarás contigo mismo. Dale la oportunidad a Dios de entrar en tu vida, en tu hogar, en tu mundo… Tú tienes eso que ellos buscan y tú buscas eso que ellos tienen. Preocúpate de Cristo y de su Reino y Él se ocupará de tus cosas. Y Él tiene la solución a todos tus problemas e interrogantes, la respuesta seguramente la encontrarás en las misiones. 

5º) Le darás un gusto inmenso a Cristo crucificado. En el Calvario asistimos a una de las escenas más hermosas y a la vez más tristes del Evangelio. Jesús, que realiza su acto supremo de entrega por amor a cada uno de nosotros, y que en esos terribles momentos de sufrimiento, muere solo, abandonado por los suyos. ¿Tendrá que repetirse de nuevo la historia de ese primer Viernes Santo? A ti te corresponde ocupar el puesto de san Juan, acompañar a Cristo, sostener a María en su dolor. Las misiones de Semana Santa son una excelente oportunidad para manifestar nuestra gratitud filial a María y nuestro amor real a Jesucristo, nuestro Redentor. 

Mira a Cristo crucificado, y si crees que Él te lo está pidiendo, pon tu agenda, tu tiempo de descanso en la cruz de Cristo. «Tengo sed, sed de almas, ayúdame a saciar esta sed…». Si hoy escuchas este ruego de Cristo, no endurezcas tu corazón, vete de misiones esta Semana Santa. Vete a servir a tus hermanos, vete a servir a la Iglesia. Dale ese pequeño gusto a Dios que lo ha dado todo por ti; date a ti mismo, a tu familia y amigos este gran regalo, esta oportunidad irrepetible. Y si te cuesta mucho, si tienes que renunciar a otras cosas, te felicito, porque así puedes ofrecerle a Dios algo que de verdad valga la pena. Te puedo asegurar que Dios no dejará de premiar con creces tu generosidad. 

Y una última cosa: si vas, no vayas solo. Llévate a un amigo.

Comentários:

Publicar un comentario

 
www.prsanrafael.tk © Copyright 2011 | Design By Angel Blue |